Se lleva mucho la vida breve, la enfermedad que mata, la rutina
de los entierros, el sentimiento que no acompaña, la falta de respeto, el
silencio que hiere, la ausencia de actividad cerebral de algún asesor político,
el Feliz Navidad y las pocas noches buenas. Se llevan los cajeros de los bancos
de albergue, el cartón de la sabana para mitigar las noches frías y el
BIENESTAR SOCIAL congelado. Se lleva MEMÓRIA VIVA DE TORRENT, L`HONOR
DEL CLARINETISTA, nostalgia de fechas que duelen y la recogida de
alimentos.
En el BBVA de la Avenida del Vedat es uno de los refugios.
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