La solidaridad con los
refugiados es deprimente. Por lo visto,
las altas esferas no se dan cuenta que es un colectivo de PERSONAS
en la más vil precariedad y las personas tienen el derecho a vivir con
dignidad. Dignidad que le niegan los que piensan que están aforados de lo digno.
Si no la utilizan para nuestro pueblo, es obvio que para los demás son
insensibles ante sus problemas. Es penoso el camino que tiene que recorrer
esta gente, todo son trabas, limitaciones y obstáculos para que la contrariedad
sea la mochila del viaje. El ser humano es estéril de humanidad.
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