miércoles, 4 de enero de 2012

EL BÁLSAMO DE LOS AÑOS


Desayunan todas las mañanas frente a frente, dos pensionistas entrados en años. Se miran y no se hablan, con el tiempo han consumido las palabras. Resulta curioso ver esta escena diaria, y al mismo tiempo lastima. Invierten en ese silencio el misterio apasionante de lo que ya no apasiona. Así van sumando los días hasta la espera de restar. A mí me resulta doloroso contemplar la vida de este matrimonio quizá exenta precisamente de componentes ya oxidados. Pero aun así, quiero encontrarle la parte positiva, y la tiene, les queda fuerza para entrar en la cafetería y pedir su desayuno, como seguramente habrán hecho a lo largo de sus años. Es una estampa que me impresiona, y me conmueve. Mermados ya de facultades, en ocasiones trato de ayudarles con quietos impulsos a asentarse y levantarse, pero con las dificultades lógicas de la edad, todavía se valen por sí mismos. Cuando se marchan dejan un halo de esperanza para el día siguiente, seguro que mañana vuelven, eso suelo decir, pues eso, os espero con esa fatiga que me fatiga.

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