EL
HOMBRE, SIEMPRE EL HOMBRE
El
hombre no aprende la Historia; Ahí están las guerras, los tsunamis, terremotos,
la pobreza, la indigencia, los sin techo…
Los
hombres perecen en hábitats distintos para dar fe que el hombre existe. Resulta
triste que la propagación de la especie humana vivan sujetos a leyes
matemáticas en las que sumar catástrofes puedan alimentar hazañas tan
“brillantes”. Es “encomiable”, después de ver estos episodios que destrozan
vidas inocentes, asistir perplejos a ver el hambre, las enfermedades, la muerte
lenta y descomposición de familias y sociedades que inducen a pensar que el
hombre existe. Avanzan las tecnologías y el hombre retrocede para propagar la
ignorancia de sí mismo, y la naturaleza sabia contesta con fiereza del mal uso
que se hace de lo que no le pertenece. Es el justo castigo de quien no mide y
desmida. Así el hombre satisfecho de la destrucción permanente, muestra el
hacha que corta, la hoz que siega, y la soga que ahorca para que la demolición
terrenal sea el obelisco al único ANIMAL QUE HABLA Y DEJA MUDOS.
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