sábado, 15 de febrero de 2014

JOSE MANUEL GIMENEZ OLIVARES


EL HOMBRE, SIEMPRE EL HOMBRE
El hombre no aprende la Historia; Ahí están las guerras, los tsunamis, terremotos, la pobreza, la indigencia, los sin techo…

Los hombres perecen en hábitats distintos para dar fe que el hombre existe. Resulta triste que la propagación de la especie humana vivan sujetos a leyes matemáticas en las que sumar catástrofes puedan alimentar hazañas tan “brillantes”. Es “encomiable”, después de ver estos episodios que destrozan vidas inocentes, asistir perplejos a ver el hambre, las enfermedades, la muerte lenta y descomposición de familias y sociedades que inducen a pensar que el hombre existe. Avanzan las tecnologías y el hombre retrocede para propagar la ignorancia de sí mismo, y la naturaleza sabia contesta con fiereza del mal uso que se hace de lo que no le pertenece. Es el justo castigo de quien no mide y desmida. Así el hombre satisfecho de la destrucción permanente, muestra el hacha que corta, la hoz que siega, y la soga que ahorca para que la demolición terrenal sea el obelisco al único ANIMAL QUE HABLA Y DEJA MUDOS.  

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