La sociedad vive sumisa como el toro cuando el maestro termina la faena,
y lo encara para la muerte suprema. Al pueblo solo falta darle el descabello y
la puntilla, pero me resisto y me sublevo a verlo morir, me resisto y me
sublevo a ver un pueblo cabizbajo y meditabundo abocado a la suerte del
infortunio, me resisto y me sublevo a ver a un pueblo humillado por gobernantes
asociados a la cooperativa del robo, y del engaño. Que quede aquí el grito
desgarrado de quien defiende el pan, de bandoleros de traje y corbata
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