Nací en Mira el año
1944 y naturalmente era época de posguerra, de leche en polvo y queso en latas
amarillas de USA. Lo que daba el tiempo y lo que nos daban. Era época de otra
clase de pandemia. De aquella vida quedan lejanos recuerdos que aun lejanos,
viven. Me asomo al pasado y veo cosas
que siguen en vigor. Pasa el tiempo y rojos y azules siguen en sus luchas
tratando de vender lo mejor de cada uno para que el incauto caiga en sus redes.
Es una bendición no llevar pesos en la mochila y vivir bajo el símbolo de la
bandera de la libertad. Si bien es cierto que mi criterio firme de las cosas,
siempre se balancea a la hora de la defensa del pobre, marginado, dependientes y
pensionistas. Merece punto y aparte la generación que hoy muere en SILENCIO
víctimas del coronavirus y de ausencias de obligaciones de dirigentes
políticos. Es incuestionable que ningún político importó el citado virus, pero
tampoco se puede cuestionar una indolencia inadmisible. Hay que aprenderse la
lección, hacer inversiones con sentido común, sanear -nunca mejor dicho- a esa legión de vividores políticos
innecesarios, servir al pueblo con honradez y no servirse, como hemos tenido
ocasión de comprobar, del privilegio del cargo público. No puedo terminar sin
agradecer el ímprobo trabajo de los servidores del pueblo que se han ganado la
admiración de todos, el aplauso en mayúsculas y, si alguien es capaz de pensar,
algo más se merecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario