Seguimos en nuestro
ALCATRAZ particular con vistas a la calle, esposados sin grilletes para
preservar la salud, que es lo coherente de nuestro presidio. Con la ansiedad propia
del encierro, con el nerviosismo de ver y padecer una situación que invita al
miedo, con el alma en vilo pensando en mucha gente que tendrá dificultades para
comer, en otras que tienen alma solidaria, en las pymes, autónomos y
trabajadores, en los indigentes, en la economía del país que anuncia quiebra,
en este mundo canalla que mata sin avisar y avisando.
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