En esta vorágine que engulle vidas, que desborda al colectivo
sanitario, que genera incertidumbre en el Gobierno, que siembra el miedo y que
destruye en un abrir y cerrar de ojos la economía del país, merece un alto en
el camino y meditar acerca de este volcán que
ha devorado la estabilidad social del pueblo. De la magnitud de este
atropello se beneficia -caro precio- la capa de ozono, renace una sociedad más
humanitaria, se manifiesta con clarividencia la solidaridad y toma conciencia
el mundo racional de que debe prevalecer el entendimiento, la mano tendida,
escorarse a debilidades innecesarias y priorizar aquellas cosas que antes de la
pandemia no se tenía en cuenta.
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