domingo, 12 de abril de 2020

EL ENTERRADOR


Pedro Sánchez pasará a la historia con el apodo de: “EL ENTERRADOR”, se ha ganado a pulso el apelativo porque la pandemia del “coronavirus” deja  la cifra escalofriante de miles de muertos y su conciencia cadáver. Deja también la cátedra de la incongruencia, la improvisación, la incertidumbre, la inacción y la ignorancia. Llegados hasta aquí, no cabe la moderación ni el silencio cómplice cuando el país está patas arriba. Cuando los muertos pesan más que el poco sentido común del Gobierno, cuando el desbarajuste de decisiones equivocadas y las que no se toman se ven, se sienten y se padecen, cuando su presencia en las pantallas de televisión anuncia desconfianza, inseguridad y pánico, cuando está en el debe de la famosa trilogía: querer, saber y poder, cuando se hacinan los muertos en la morgue y las tumbas cerradas abrirán la suya como político. Cuando el lastre de constatadas carencias de su equipo son un  insulto a la inteligencia y cuando la losa de los muertos doblegarán la figura enhiesta de un Presidente con el rumbo perdido y con el epitafio hecho a medida: “EL ENTERRADOR”.


1 comentario:

  1. El “Enterrador”, que también ostenta el cargo de “Desenterrador”, debe estar pensando en su funeral. En momentos de éxtasis, imaginará una comitiva presidida por dos rocines dos, tirando de un precioso carro en rojo bermellón, una mortaja de seda y oro, coronas de claveles, gladiolos y rosas rojas, el desfile de “pingüinos” con corbata roja, como mandan los cánones, las 21 salvas y los compases de La Internacional, sin olvidar el confinamiento a todas las “gaviotas” para que no le impidan ver el cielo “azul” y el astro “rey”. ¡ Una quimera de altura !
    Es cierto que no puso en práctica el viejo refrán “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.”, y sí cultivó la plática, dándole mucho al “pico” y poca “pala”. Como ejercicio de confinamiento en su modalidad terapéutica , evito escuchar sus monólogos, y es que hay cosas como: “Recibir un pedido de mascarillas dos meses después del inicio de la pandemia, es como ponerse un preservativo el día del parto.”
    Durante esta crisis, hemos sido testigos de los vaivenes de su gestión, incompetencia, imprevisión, negligencia y un compendio de despropósitos encadenados. Aunque lo más indignante es la nula capacidad de humildad, ni reconocer sus fallos ni pedir perdón. ¡ No todo vale!, actualmente somos pacientes en busca de medicina paliativa, y no cadáveres que esperan ser incinerados.
    Para finalizar mis respetos a todos los familiares de los fallecidos por el virus, y agradecer la entrega de todos los profesionales sanitarios, Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, Ejército, y tod@s aquellos trabajadores y voluntarios que luchan contra el virus, son los verdaderos héroes de esta contienda.

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