La independencia no se gana
bajo el paraguas de nadie y si supedita a la propia libertad. Cuando se quiere
ser algo hay que estar libres de hipotecas, labrarse la autonomía que no ata y
no ser uno más para ser uno menos. A estas alturas de la película me cuesta
trabajo ver al ignorante con el cordón umbilical de su ignorancia y con el pie
cambiado de un futuro en el trapecio. Hay que salir del letargo del
infantilismo, saber con quién se está y cuál es el camino a seguir. En edad
adulta no se puede vivir con el amargor de que te pongan el chupete con azúcar
en la boca. Hay que rebelarse para que la dignidad no se muera y hacer valer la
cita de Ortega: “Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario