El grupo de adeptos de “La
dictadora” tiene fecha de caducidad, aunque se atisba la falta de oxígeno de
palmeros que con el paso del tiempo van desfalleciendo. Han sido tenaces en un trabajo
temporal que al final los lleva al paro, curiosamente en la época donde florece
la vida encontrarán el óbito irremediable de tareas tan hacendosas. Solo
falta el epitafio.
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