viernes, 10 de marzo de 2017

LA IGLESIA



La Iglesia debe adaptarse a los tiempos que vivimos y aparcar el espíritu y letra de siempre. Aunque cambiar la comodidad sería un absurdo, no estaría mal que en estos tiempos convulsos predicara con el ejemplo y se desprendiera de lujosos patrimonios porque es inconcebible el lujo en la casa de Dios. En esa casa se debe profesar el culto a la humildad y la pobreza. Si ahondamos más, nos encontramos con ese Tercer Mundo desvaído y desnudo, que choca de frente con lujos en las vestimentas del mundo eclesiástico. La Iglesia no puede ofrecer esa imagen cuya estampa de trajes esculpidos en el mármol de la riqueza, quiebra la fe ¿Qué puede pensar cualquier mortal cuando el Tercer Mundo nos muestra las camisas tejidas con su propia piel? Aforados al bienestar y predicando el amor. Buenos días.

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