La imagen de los refugiados
de la intemperie subleva e indigna. Poco importa al mundo que
mate el frío y el hambre y pasen calamidades impropias de cualquier tiempo. No
hay derecho ver a personas en condiciones inhumanas deambulando sin patria, pan y justicia. La degradación del
ser humano alcanza el infinito y se doctora en el maltrato colectivo al
anochecer de todos los días, porque la luz de quienes viven en el naufragio
moral del universo la apagaron los moralistas de los derechos humanos, la
ética y latín.
Lo más indigno de los últimos tiempos.
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