lunes, 30 de enero de 2017

HAY VENENOS QUE NO MATAN



Los silencios, que a veces se funden con las malas artes, son compañeros de viaje que degradan al ignorante de lo que ignora. ¿Se ve alguien en estas cortas líneas? Mostrar tanta miseria es ser carcelero de su propia prisión. ¿Eres tú? Y hacer desde la lejanía la sonrisa complaciente es un gesto que, por irreal, es falso y grotesco. Transitar por esa vía conduce, inequívocamente, a la maldad y a la aversión.  Hay venenos que no matan.

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